Usar los auriculares de forma segura

Hoy en día, la mayoría de la población, usa auriculares para escuchar música. De hecho, estos pequeños accesorios electrónicos, se han convertido en una extensión de nuestro cuerpo. Bien usados, permiten disfrutar de nuestras canciones preferidas sin molestar a los demás. Sin embargo, su abuso o mal uso puede provocar daños permanentes.

De hecho, son una de las principales causas de los trastornos auditivos inducidos por el ruido. Según explica la doctora Teresa Millás, del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, «los daños dependen de la intensidad y el tiempo de exposición, así como la susceptibilidad individual». 

Pérdida progresiva de la audición

La exposición mantenida a un volumen alto lesiona las células ciliadas internas, las encargadas de transmitir un impulso eléctrico a través del nervio auditivo, que asciende hasta la corteza cerebral donde se hace consciente, es decir, donde tenemos la sensación de oír.

Así pues, los daños causados por el uso de auriculares a volumen inseguro son la pérdida progresiva y precoz de la audición y los acúfenos o ruidos en los oídos. A medio y largo plazo no sólo se daña la audición, sino que produce otros efectos negativos como alteración del bienestar, insomnio, irritabilidad, estrés, síntomas depresivos…

El riesgo de los más jóvenes 

Como decíamos, la mayoría de la población los usa. Sin embargo, son los jóvenes los que a mayor riesgo se enfrentan, puesto que pasan muchas más horas conectados a sus dispositivos y con un volumen alarmante. «Según estimaciones de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), la mitad de los jóvenes españoles se expone de manera continuada a niveles de ruido dañinos para la salud del oído y la audición», señala la especialista. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula, además, que el 50% de los jóvenes de 12 a 35 años, es decir, más de 1000 millones de personas, están en riesgo de padecer daño auditivo usar cascos y auriculares. En este sentido, la doctora Teresa Millás alerta de que «los jóvenes son el grupo de edad más sensible por varias razones, pues además de la exposición en sus reproductores personales, es frecuente la asistencia a conciertos y locales de ocio con música alta».

Asimismo, según datos de la Comisión de Audiología de la SEORL, el 85% de los estudiantes utiliza reproductores de música, un tercio supera el nivel de 80 dB y uno de cada cuatro los 85 dB. Una exposición superior a estos decibelios supone un riesgo de pérdida auditiva si se repite en el tiempo. Por encima de 100 dB existe riesgo de pérdida inmediata. «Si nos exponemos a tal nivel no deberíamos hacerlo más de 15 minutos», indica. 

En este sentido, la experta señala que, a la hora de elegir los que menos daño hagan sería recomendable inclinarse por unos que permitan la cancelación de ruido. Los botones o auriculares de inserción son los más perjudiciales, «pues su intensidad se concentra en el conducto auditivo externo y están más cerca del oído interno», advierte. En cambio, los auriculares con cancelación de ruido pueden ayudar a evitar el abuso de la intensidad sonora, pues nos aíslan del ruido externo y no necesitaremos un aumento de volumen para compensarlo. 

Consejos para escuchar música con auriculares de forma segura 

Debido a que no siempre es fácil convencer a los jóvenes para que dejen de escuchar música, sí podemos orientarles sobre qué medidas pueden adoptar para que el riesgo sea menor: 

  • Limitar el volumen y el tiempo de exposición nos ayudará a evitar los problemas auditivos. 
  • Se recomienda la regla del 60-60: no utilizar los reproductores de música más de 60 minutos y no superar el 60% del volumen que permiten. 
  • Limitar el tiempo de exposición a 40 horas semanales si la intensidad es de 80 dB.
  • Según la normativa europea para los reproductores de música de uso personal, deberían tener un límite estándar de salida automática al encendido de 85 dB, la posibilidad de no superar los 100 dB de aumento y deberían incorporar medidas de aviso cada 20 horas si se opta por este incremento. 

Nuestro oído se vuelve adicto

Por último, cabe reseñar que nuestro oído puede sufrir una especie de ‘adicción’ y tolerancia al ruido. Es decir, se acostumbra al umbral de recepción del sonido. Se denomina fatiga auditiva y se describe como la percepción de una disminución transitoria de la audición tras la exposición prolongada a un ruido intenso.

También puede ser una reducción permanente de la capacidad auditiva si la sobrecarga sonora se prolonga largos periodos de tiempo. «El mecanismo compensatorio al tener la sensación de menos audición es subir más el volumen, lo cual es aun más dañino para el oído interno, dañando las células ciliadas y el nervio auditivo de forma acumulativa, y provocando la pérdida auditiva. Es decir, esta “adicción”, genera un círculo vicioso en el que la audición se perjudica cada vez más», concluye la doctora Teresa Millás. 

Fuente: Audioprotesistas.org

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