Tus hijos podrían ser «sordos prematuros» si siguen expuestos a estos ruidos
La responsable de Unidad Docente Óptica, Optometría y Audiología de la Universidad CEU San Pablo, Sara Bueno, explica por qué podrían acusar pérdida auditiva antes de lo que sería natural
Nuestro oído es una estructura extremadamente compleja y delicada que con el uso se va deteriorando. Todos perdemos poco a poco audición, ya que la causa más habitual es inevitable: el envejecimiento. La capacidad auditiva empeora a partir de los 30 o 40 añosy a los 80, más de la mitad de las personas sufren una pérdida significativa que les aísla e impide llevar una vida normal.
La segunda causa es la exposición al ruido. También enfermedades, medicamentos habituales (algunos antibióticos, diuréticos o antinflamatorios), puede ser hereditaria, o como resultado de daños físicos en los oídos o lesiones graves en la cabeza.
Vivimos en un mundo lleno de ruidos, pueden ser ocasionales o continuos, de más o menos duración, de forma voluntaria o no. Si estos sonidos son de menos de 80 decibelios (en adelante dB) no hay recomendación específica de limitación de exposición, aunque igualmente con el tiempo causarán pérdida de audición. Si está por encima de los 85 dB, hay recomendaciones de limitación de exposición o incluso recomendación del uso de protectores para los oídos.
A nivel práctico, ¿sabemos cuantificar en estas unidades los sonidos más habituales? Veamos algunos ejemplos. El ruido de la nevera es de 40 dB, 70 el de la lavadora y 80 el despertador cada mañana. El tráfico de una calle de Madrid 85 dB, hasta 100 dB cuando viajamos en metro y por encima de los 110 dB el llanto de un bebé. Ya, buscando lugares mucho más ruidosos, una discoteca estará siempre por encima de 120 dB, 130 el motor de un avión, 150 el disparo de un arma de fuego.
La mejor defensa contra la pérdida de audición por exposición al ruido es no exponerse al ruido tóxico. Vamos a dirigir ahora nuestra mirada a los jóvenes y adolescentes: es habitual que usen auriculares para escuchar música o videojuegos. También que durante ese uso mantengan volúmenes de sonido excesivamente alto. ¿Y en lugares de ocio?
Puede que estemos ante unas generaciones que, por exposición prolongada a altas intensidades de sonido empiecen a acusar pérdida auditiva mucho antes de lo que sería natural.